Amé mucho a alguien,
a quién fui indiferente,
pero juró amarme bien,
aunque lógicamente,
era todo mentira,
su amor fue tan fingido,
que me llenó de ira,
por eso a Dios le pido,
en ese mismo instante,
que aunque yo no lo quiera,
me diera, me diera un amante,
que de verdad me quiera.
Me lo dio sin protestar,
y por él dejé a mi amor,
más a la hora de la verdad,
yo sentí un gran dolor...
pues fue intensa la pasión,
pero no lo llegó a ser,
tanto como el corazón,
entendí pues que el querer,
no es juego de pequeños,
es porcelana fina
de dos muy ricos dueños,
de frágil por tan fina,
se la debe conservar,
más que celosamente,
en cofres se ha de guardar,
muy cautelosamente,
y aunque creas es mejor,
no des gato por liebre,
pues si no sientes amor,
es mejor ser libre...
Araceli Posada - 2003
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