sábado, 17 de diciembre de 2011

eterna esperanza

Tus manos tíbias, no me rozan,
tus ojos, como dos gotas de agua bendita
e inalcanzable, no buscan los míos.

Tus labios, como una rosa muda, 
no pronuncian mi nombre.
¿Cúando esta actitud cambiará?

Acaso cuando caiga sobre nosotros 
una fina lluvia plateada
y nuestras frentes se cubran de delicados surcos...

No, no espero que pase tanto tiempo, 
antes que descubras tus sentimientos
y aprendas a demostrarlos...

No espero que pase tanto tiempo
para que las rosas den su fruto, 
y se unan, la vida y el amor.


Araceli Posada - agosto 1998

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