domingo, 31 de agosto de 2014

historia sin fin

Él apareció en mi vida
en el peor momento, es decir,
en el momento justo.

Mi vida había cambiado dramáticamente,
en el corto tiempo que estuvimos juntos
me devolvió las ganas de vivir que había perdido
para luego volver a quitármelas.

Él también sufría, pero mi dolor
era tan fuerte, que no podía entender el suyo,
y a él le pasaba lo mismo.

Viendo en mi mente una mujer, 
y mi cuerpo despertaba a la adultez,
él fue el primero en tocarme
de la forma más pura y dura,
y el primero en regalarme una rosa,
y el primero en partirme el corazón,
tal vez, el único...

Pasaron tantos años, escasos 70 u 80 metros
nos separaron años, sin nombrarnos,
sin vernos, ni saber del otro.

No sufrimos tanto, no reímos tanto,
no gozamos tanto, ni lloramos tanto,
tan cerca y tan lejos.

Él hizo su vida, y yo la mía,
y ninguno hizo su vida juntos.

A veces nos cruzamos
para volver a lastimarnos, y dejarnos
no era el momento.

Un día el destino nos volvió a juntar
había pasado tanto y no había
cambiado nada del fuego que había---

Los dos sufríamos ahora lo mismo,
él su papá, yo mi abuelo,
ambos enfermos, ambos medio
casi al mismo tiempo,
los dolores intercambiados,
intentamos entender al otro.

Pero otra vez, el dolor era tan fuerte,
que no se pudo, nos separamos,
durante un tiempo todo igual,
intentamos seguir nuestras vidas
separados, no funcionó,
y otra vez nos juntamos
pero esta vez no había necesidades,
solo aquel afecto,
y aquel apoyo que ahora
y a pesar de todo el dolor sufrido
entedemos siempre existió y 
siempre existirá no importa cómo,
aunque no podamos estar juntos
porque cada vez que nos juntamos nos lastimamos
cerca o lejos, siempre él,
siempre yo, siempre...

Araceli Posada - Agosto 2013

No hay comentarios:

Publicar un comentario